30.9.10

27.9.10

Bernart de Ventadorn




Quando vejo a cotovia mover
de alegria as asas contra o raio
que se esquece e se deixa cair
com a doçura que no coração lhe vai
ai! tão grande inveja me vem
daqueles que vejo andar contentes!
E maravilho-me eu como de repente
de desejo o meu coração não se funde.

Ai eu! tanto cuidava saber
de amor e tão pouco sei!
Pois eu de amar não me posso conter
aquela cujo favor nunca terei;
tem o meu coração e tem-me todo a mim,
tem-se a si própria e ao mundo inteiro!
E quando me tomou nada mais me deixou
senão desejo e coração voraz.

Perdi já eu sobre mim o poder
e deixei de ser meu desde o instante
em que me deixou nos seus olhos ver,
num espelho que me agrada tanto.
Espelho, pois me mirei em ti,
mataram-me os suspiros mais profundos,
que assim me perdi, como se perdeu
o belo Narciso na fonte.

Das donas me desespero,
não mais nelas me fiarei!
Que assim como as usava defender
assim as desabonarei;
pois vejo que nenhuma me auxilia
junto daquela que me destrói sem razão,
de todas duvido, de todas desconfio,
pois sei bem que todas iguais são.

Nisso faz bem o papel de mulher
a minha dona, que condeno assaz:
pois não quer o que se deve querer
e o que lhe é vedado faz.
Caído sou em sua impiedade
e agi pois como o louco na ponte!
E não sei porque me vou curvado
se não por querer subir alto monte.

Piedade está perdida a valer,
e eu não o soube jamais,
pois aquela que mais a deveria ter
não a tem; e onde a irei buscar?
Ah! como pouco parece, a quem a vê,
que este cativo amador,
que já sem ela não encontrará bem,
deixe morrer, sem socorro lhe dar!

Pois com minha dama não me podem valer
preces, nem piedade, nem meu bom direito,
nem a ela não lhe causa prazer
que eu a ame, jamais lho direi.
E assim dela me afasto e me rendo!
Pois me matou, como morto lhe respondo,
e vou-me daqui, pois ela não me retém,
cativo, em exílio, não sei onde.

Tristão, nada mais tereis de mim,
pois me vou, cativo, não sei onde;
ao cantar volto costas e me rendo assim,
e da alegria e do amor me escondo.


Bernart de Ventadorn, 1150-80.
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16.9.10

duas lentes








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11.9.10

7.9.10

EL POEMA QUE NO ESCRIBÍ Y QUIERO ESCRIBIR

Un poema como una espada láser. Un poema como un ojo de Nick Cave. Un poema como una estrella de sheriff. Un poema como una canción pop. Un poema como una vespa pasando por una Roma vacía. Un poema como irse de España. Un poema como decir: “Delicioso” mientras bebes vino blanco con una mujer que vas a perder la misma noche que vas a encontrar. Un poema así. Un poema con Cadillacs al borde de piscinas tan azules que está claro que son dibujadas. Un poema que parezca California en un póster adolescente. Un poema tan feliz que es para no creérselo. Un poema de aquí a Nueva York. Un poema así. Un poema que dan ganas de partirse en pedazos. De la risa. Un poema a lo Dean Martin. ¿No sabes lo que es un poema a lo Dean Martin? Es un nuevo estilo de poesía. No es un poema conceptual. No poesía social, no. Un poema a lo Dean Martin. Un poema “That´s amore”. Un poema donde las chicas van en bicicleta y los chicos saben los nombres de todas las drogas y de todas las estrellas del mundo. Y todo eso les dibuja una amplia sonrisa en la cara. Un poema con “Dealers” de confianza. Un poema que diga que nací en 1977 y por eso es un año grande. Que nací yo y murió Elvis. Un poema que diga que ese no fue un gran cambio para el mundo. Un poema con zapatos bonitos y vestidos de marca. Un poema con chicas guapas bailando en los tejados. Un poema con chicas feas bailando en las azoteas. Un poema con un poco de todo lo divertido. Un poema con Gin Tonics y lametones. Un poema con gritos y lluvia y “joie de vivre”. Un poema como la voz de alguien que yo me sé. Un poema que vaya de Picadilly Circus a la Quinta Avenida. Un poema así. Un poema donde la vida esté detenida, no como la detiene un maldito mimo, no como la detiene el “Pause” del mando a distancia. Detenida como la detiene una canción de esas que detienen la vida. De esas. Un poema con bañistas. Un poema con Sinatra, y Anita Ekberg, y Jarvis Cocker repartiendo gafas de pasta a todo el que pasa por allí, ja. Un poema que sea todo un festival. Como el Benicasim. Con el cansancio y las noches sin dormir y la música incesante. Un poema. Un poema como bragas en la cama de un hotel de carretera. Un poema como pelear con Tyson. Un poema así. De disparos en la lejanía. Un poema Jim Jarmusch. Un poema Leos Carax. Un poema así. Un poema de pistolas nacaradas. De duelos en el O.K Corral. Un poema donde aparezca el chico de la moto y la chica de los chapines colorados y un coro de gargantas profundas. Un poema vivo. Un poema en el agua. Un poema dibujado con letras de cocaína. Un poema formado por cuerpos tumbados en las arena. Un poema visto desde el cielo. Un poema que se reproduzca como un Gremlin. Un poema que diga: “Nostalgia de Atari”. Un poema que valga por cien bailarines en la calle. Un poema superdotado. Retrasado. Un poema como una mujer de Robert Crumb. Un poema que silbe, que sorba, que salpique. Un poema que no haga sufrir a nadie. Un poema de Serge Gainsbourg y de David Hockney. Un poema para quedarse a vivir una temporada indefinida. Donde esconder la cabeza y donde sacar los pies. Un poema que nunca escribiré y que no existe. Y que es como un cielo limpio y azul, pero construido con papel de colores comprado en la papelería del barrio. Un poema así. Así es el poema que nunca escribí, que nunca escribiré. Así, y también como un helado de tres sabores y como la cabeza abierta de Kennedy. Un poema con cien jigas y un corazón palpitante en el centro que parece una maldita bomba atómica. Así.






Diario de Dillinger


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3.9.10





O bonde

Depois do último passeio do tuberculoso pela cidade.


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